Saca tu vestido azul, aquél que guardaste cuando fui a la guerra, Ana. Esta noche quiero regalarte batallas y terminar con llanto en el cuartel. Querrás romperte en mil pedazos para poder vivir por mí todo eso que te hice sentir. Segundos después de todo, siempre querré besar tu frente.
Ay, mi querida Ana, debiste saber que justo antes de irme te me convertiste en fiel soldado sin bandera.
Ay, mi querida Ana, tanto esperé mi llegada al pueblo que cargué con tu espera también.
No pude llegar al cuartel pero supe también que a ti nunca te faltó frío.
Tan pocos mis momentos contigo, Ana, tan muchos tus momentos en mi revolución.
En todos ellos, siempre fui tuya.
Elisa.
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