Mujer, qué divina su perfección, qué torpeza mi cobardía.
Prefiero amarte ti, siendo ajena y a escondidas, que enfrentar mi lealtad a ella con falsa estadía.
Que sin ella duele la vida pero recordándote revivo.
Quiero amarte, jueves, a las 3:45. Quiero también gritar tu nombre mientras disfrutas el mío.
Y si amarte me es ajeno cono tú no eres mía, que de olvidarte me ocupe y sea corta la agonía.
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