domingo, 11 de mayo de 2014

Emigrar

Me acomodo el sostén. El cuarto está frío y mi cama sin ti. Quisiera que esta necesidad y necedad tan mía por tener tu cuerpo en la casa no fueran tan irreverentes como lo que aún no siento ¿o te siento? Siempre es cuestión de sentir.

El té está frío en la cocina y el día es justo para tu llegada; son las tres menos cuatro y los pájaros emigraron ya. Emigrar: podría hacerlo, mas no contigo. ¡Qué ironía, si estoy sin ti pero contigo!

Me destapo el sostén. Si he de emigrar que sea después de tu llegada.

¿Cuántas veces golpearé tu puerta antes que decidas abrir?

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