miércoles, 23 de octubre de 2013

Vuelta a la Derecha en los Enredos del Destino

No recuerdo cuando fue, ni siquiera puedo recordar tu cuerpo desnudo bajo el mío, no puedo recordar ahora otra cosa que tus placenteros gritos y el momento subsecuente en que caminando entre el espacio te asombraste tanto al no saber que camino tomar. 

Yo tomé el de la derecha, tal vez el de la izquierda, o caminé hacia adelante y di vuelta en tres cuadras más, de lo que si estoy segura es que nunca volteé hacia atrás.

Estaba tan fascinada por tenerte en mi vida que no me di cuenta de la hora en que cambió mi destino; podría jurar que seguí el sendero correcto pero, tal vez, mi terquedad no me permitió retroceder a tiempo, eso es algo que ahora no sé y no podré comprobarlo.

Algunas veces nos aferramos a un destino que no es nuestro, idealizamos un sueño prototípico y creemos firmemente que sucede exactamente igual; mientras que la vida se ríe de ti, tu de pendejo quieres que, a como dé lugar, todo sea tal cual pensaste.

Yo, envolviéndome en aquellos recuerdos que ahora no sé si son falsos, me aprisioné a ti, a tu vida, a nuestro destino. Aunque sí, siempre testaruda como suelo serlo al insistir me des un beso cada mañana o por las tardes combatir contigo en un debate inútil, y digo inútil por que discutir puntos de vista la mayoría de las veces generan una pelea interminable. En un cielo falso creí en ti, en cada promesa y en cada canción, planeé tantos proyectos llevando en ellos el tan peculiar pronombre posesivo que una pareja en proceso de enamoramiento utiliza con frecuencia: el siempre "nuestros", el asfixiante "nosotros" como si fuese obligatorio juntar tu nombre al mío en cada oración.

Si seguí el camino correcto, no entiendo el final; si no fue así, siempre supe que esto no nos iba a llevar a ningún lado desde el momento en que me enteré que no te gustaba amarme a otra hora distinta a las 4:00, mucho menos al madrugar, e imposible me amaras en estado de sobriedad  soberbia. En fin, correcto o no, llegué al punto en el cuál me topé con un vacío distinto al que se produce con frecuencia en mi estómago cuando preparas con tus ojos una embestida en otros cuerpos ajenos al nuestro mío; no era sino de esos vacíos en precipicio, como esa sensación que se produce en tu ser al estar en un lugar sin salida, en mi mente sin salida.

Me quedé en el vacío, sentada. Detrás de mí, tu recuerdo lleno de premura pasional. En frente tú, sin caretas, sin  ese asombro que me llevó a seguir mi camino: una historia de nuestra, de mi ausencia, de tu ausencia.

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