domingo, 11 de mayo de 2014

Emigrar

Me acomodo el sostén. El cuarto está frío y mi cama sin ti. Quisiera que esta necesidad y necedad tan mía por tener tu cuerpo en la casa no fueran tan irreverentes como lo que aún no siento ¿o te siento? Siempre es cuestión de sentir.

El té está frío en la cocina y el día es justo para tu llegada; son las tres menos cuatro y los pájaros emigraron ya. Emigrar: podría hacerlo, mas no contigo. ¡Qué ironía, si estoy sin ti pero contigo!

Me destapo el sostén. Si he de emigrar que sea después de tu llegada.

¿Cuántas veces golpearé tu puerta antes que decidas abrir?

Relatos Cortos para Amores Tardíos

Mujer, qué divina su perfección, qué torpeza mi cobardía. 

Prefiero amarte  ti, siendo ajena y a escondidas, que enfrentar mi lealtad a ella con falsa estadía. 

Que sin ella duele la vida pero recordándote revivo. 

Quiero amarte, jueves, a las 3:45. Quiero también gritar tu nombre mientras disfrutas el mío. 

Y si amarte me es ajeno cono tú no eres mía, que de olvidarte me ocupe y sea corta la agonía. 

Revolución.

Saca tu vestido azul, aquél que guardaste cuando fui a la guerra, Ana. Esta noche quiero regalarte batallas y terminar con llanto en el cuartel. Querrás romperte en mil pedazos para poder vivir por mí todo eso que te hice sentir. Segundos después de todo, siempre querré besar tu frente.

Ay, mi querida Ana, debiste saber que justo antes de irme te me convertiste en fiel soldado sin bandera.

Ay, mi querida Ana, tanto esperé mi llegada al pueblo que cargué con tu espera también.

No pude llegar al cuartel pero supe también que a ti nunca te faltó frío.

Tan pocos mis momentos contigo, Ana, tan muchos tus momentos en mi revolución.
 En todos ellos, siempre fui tuya.
 
Elisa.