Con el mismo amor con que le hablas a ella, te
suplico, ódiame. No puedo concebir tu voz en otros labios mientras en los míos
haces un eco de silencios y un grito afónico cuando me ves.
Con la misma fragilidad con que tocas sus manos, te
suplico, rómpeme. No puedo imaginar la soltura de tus dedos entre los suyos
mientras en los míos recorres jadeante con la pasión que ya no te cabe y
necesitas depositar en otros cuerpos.
Con la misma tibieza con que calientas su piel, te
suplico, incéndiame. No creo que sea posible que puedas arder en su cuerpo con
la misma hoguera en la que sueltas tus demonios para retar a los míos.
Con el mismo fervor con que dibujas en su espalda, te
suplico, bórrame. No me parece justo que te tomes el derecho de plasmar la
vainilla clara de tus pechos grandes para combinarlos en otro lugar ajeno a mi
piel y crear nuevos matices.
Con la misma soltura con que te mueves en sus caderas,
te suplico, estáncame. No quiero pensar que ella con su ritmo puede ser capaz
de superar la majestuosidad y cadencia en que se vuelve ese baile con que
hacemos amor.
Con la misma seguridad con que guías sus pies, te
suplico, abandóname. No soy ese sendero que construiste hace meses con mi cuerpo
y que ahora no te atreves a caminar al verlo lleno de bifurcaciones.
Con la misma firmeza con que te construyes en sus
ojos, te suplico, destrúyeme. No me quedé en ti para volverme casa abandonada sin
ventanas al sol, ni escondite en las esquinas, ni refugio a medio cocinar.
Con la misma soledad con que buscas su abrazo, te
suplico, acompáñame. Me resulta deplorable darme cuenta que tu estadía no es
más que un cuerpo vacío jugando a ser la montaña a la que Mahoma tanto suplica
cercanía.
Con la misma dulzura con que vistes su cuerpo, te
suplico, desnúdame. Se torna inconcebible pensar que mientras me mantengo libre
de prendas y cualquier recuerdo que estorbe a la hora de juntar mi piel a tus
manos, mi cerebro se vuelve el abrigo ideal para tu hipotermia.
Con el mismo ingenio en que la llenas de promesas, te
suplico, vacíame. No hay espacio en mi mente para perder el juicio con proposiciones
mal diseñadas y vidas dibujadas al aire intentando volver víctima al
atacante.
Con la misma ligereza en que sujetas sus heridas, te
suplico, desátame. No existe peor títere que aquel que se conforma con estar
atado a alguien creyendo que cuidará su vida por ser quien lleva peso sobre
ella, y a mí no me gusta el color de mis hilos.
Con la misma ternura con que la ves dormir, te
suplico, despiértame. No existe vida más triste que la del sonámbulo que lleva
la venda en los ojos aún estando despierto, y yo no estoy preparada para morir
en espacio abierto.
Con la misma elegancia con que envuelves tus palabras,
te suplico, libérate. Tu máscara es mar oscuro y desafiante invitando a creer
al ignorante y llenando de argumentos al sabio que conoce tu vaivén.
Con la misma compasión con que le fabricas una historia que
rompe paradigmas, te suplico, corta mis alas. No hay cosa peor que construir
una jaula donde no existe el pájaro, hacer con cielo y tierra un encierro de
cuatro paredes y querer inventar horas cuando el tiempo está marcado y
desafiarlo es imprudente.
Con la misma cautela con que la coleccionas como uno
más de tus secretos, te suplico, libérame, desátame, piérdeme, abandóname,
olvídame, bórrame, rómpeme, incéndiame, déjame libre, vuelve de mí una súplica
constante de ausencia, ignórame, suéltame, déjame volar, hazme entender que
vivimos a destiempo y no te hace falta más que un cuerpo que desborde el vacío
y las ganas. Quítame, agrégame, léeme y escríbeme, inventa de mí otra piel,
otro aroma, otros pechos, cógeme en un cuerpo ajeno al mío y recuerda que no
somos eternos, piénsame, maldíceme, ámame y llena de reproche tu ausencia en mi
cuerpo y tu presencia en mi casa. Olvida que estuviste con ella antes que
conmigo y hazme sentir un tiempo que camina al compás de la física y las leyes
de tu dios.
Con la misma impaciencia con que
te vuelves grito en este texto, te suplico, silénciame. No existe más
represión que el silencio para el que necesita hablar y no hay mejor motivo que
la vida para hacer sonido con las letras.