lunes, 23 de julio de 2012

Ana Quiere una Familia

La exclusividad del amor se extiende en el corazón de cada historia, 
la preferencia sexual es solo el disfraz.


Hola, mi nombre es Mariana y tengo nueve años. Sí, nueve como las velitas de mi pastel.  Los cumplí la semana pasada y mis papás, Valeria y Matías me hicieron una fiesta con muchos regalos, globos y dulces a la que asistieron mis amigos de la escuela, mis primos y abuelos, mi maestra Linda y sus dos hijos, Mi tío Ariel y Edgar, su novio, quien además me dio el mejor regalo de todos: una tortuguita a la que llamé Ana, que rima con Mariana.

Ana vive en una pecera grande y ovalada, con grava de colores y una palmerita de plástico, de esas pequeñitas que creo son  para recostarse a tomar el sol. Ana se recuesta en la superficie de vez en cuando, o se detiene a comer los camaroncitos que tanto le gustan.

Ana prefiere nadar por todos lados, nada de un lado a otro y se divierte mucho, tal parece que nunca se cansa. Un día, mientras veía a Ana descansar bajo su palmera, pensé que necesitaba un compañero para jugar y formar una familia; entonces, se me ocurrió una idea.

Comencé a ahorrar la mesada que me daba mi papá cada domingo y el dinero que mi tío Ariel me obsequiaba cuando iba de visita a casa, hasta que un día, después de la visita al parque con mis padres, les pedí pasar a una tienda de mascotas. Compramos una linda tortuga de cola puntiaguda y caparazón grande a la que llamamos “Mario”, porque con su nombre podía formar las primeras letras del mío.

Al llegar a casa, coloqué a Mario en la pecera y, de inmediato, las dos tortugas se llevaron muy bien. A Mario le gusta nadar tanto como a Ana y estira su cuello de manera muy chistosa cada que sale a tomar aire a la superficie, pero hay un problema, a pesar de que Ana y Mario se llevan muy bien no han logrado tener tortuguitas.

Mi mamá pensó que Mario estaba enfermito, así que llevamos a mis dos mascotas a revisión. El doctor nos ha dado una sorpresa: Mi tortuga no es Mario, sino María.

Mi mamá dijo que sería conveniente comprar una tortuga macho para María y Ana, que ahora forman el nombre de “Mariana”, y que así podrían formar una familia; pero María y Ana se quieren mucho, así que le propuse a mamá que María-Ana adoptaran una tortuga, como Tío Ariel y Edgar adoptaron a mi primo Charly, y así podrían formar una gran familia.

Ana está encantada con su nueva pecera y, aunque a Ana le gustan muchas cosas, nada le hace más feliz que su novia María y su hijito  llamado “Gariel”, porque así combiné los nombres de mis dos tíos favoritos. 


Ana es mi mascota y yo amo a su familia. 


El amor es tan puro y diverso que se vive en muchos colores.